Niño, ¡quita los pies del sofá!
No, no y no… Tener en casa un sofá y no tumbarse a pierna suelta en él es como tener un aire acondicionado y no encenderlo cuando te mueres de calor; como tener una pantalla plana de 42 pulgadas y ver las películas en la pantalla del portátil; o como tener una pata de jamón ibérico en la cocina y liarse a comer salami. A nuestros pies les gusta el sofá y éste debe aceptarlo antes de entrar por la puerta de casa.
Cuando se compra un sofá es con el firme objetivo de disfrutarlo y uno de los requisitos para poder cumplir con esta premisa es tumbarse en él. Conviene andar aseado en casa, para que lo vamos a negar, pero no podemos pasarnos el día preocupados porque pueda mancharse. Muchos hemos oído a nuestros padres gritar: “Niño, ¡quita los pies del sofá!”, también ellos se lo escucharon a nuestros abuelos… ¡ya va siendo hora de que nuestra generación dé la vuelta a esta situación!.
Es muy importante que la pareja o el grupo de amigos que comparten piso tengan claras estas preferencias. De lo contrario, éste tema puede convertirse en una cuestión capital que acabará minando poco a poco la convivencia. Avisados estáis.
En cualquier caso, vamos por el buen camino… Basta con ver que los sofás más vendidos hoy en día son aquellos que tienen forma de ‘L’. Para espatarrarse con mayor facilidad si cabe. Está en nuestras manos (o en nuestros pies, mejor dicho) hacer ver al mundo que llevan años usando mal este mueble. Si alguien quiere sentarse, que se compre una silla.
mi sofa se usa mucho mucho mucho y si viene algun peque solo pongo la norma de : » zapatos fuera»