La balada del despertador
Si preguntaran a la gente por una cosa sin la cual no pudiera vivir, muchos señalarían el despertador. Este sencillo instrumento se ha convertido en una herramienta clave dentro de una sociedad basada en unas férreas rutinas. Sin embargo, cuando hablamos de la vida en pareja, este aparato puede convertirse un arma de doble filo.
A las 6:45 suena el despertador. Posponer. Las 6:55. Posponer. A las 7:05 vuelve a sonar… y lo raro es que tu pareja, que puede quedarse en la cama hasta las 8 de la mañana, no lo tire por la ventana. Resulta imposible apagar el despertador a la primera y lo habitual es quedarse bajo las sábanas mientras intentas abrir los ojos (con escaso éxito) y esperas la siguiente alarma.
Todo ésto para que llegue el fin de semana (justo cuando podemos quedarnos haciendo los remolones en la cama) y pongamos el despertador, siguiendo las reglas de nuestra estúpida conciencia, que entiende que, de lo contrario, estaríamos perdiendo el tiempo.
En esta carrera que siempre tenemos para que el tiempo pase muy rápido o muy lento, según nos convenga, somos capaces de ajustar nuestro despertador media hora antes para madrugar el domingo y, al final, perder esa media hora haciendo el idiota. Y fastidiando a quien tiene la mala suerte de dormir contigo.
Sobre el autor
Home Sapiens Alicia y Sergio. Diseñadora gráfica y periodista. Dos amantes de los viajes que han dejado todo durante un año para recorrer el mundo y contar sus aventuras en este blog.
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