Published on junio 29th, 2017 | by Home Sapiens
1Nuestra excursión a Persépolis: el día en el que nos convertimos en iraníes
Persépolis es sin duda una de las joyas de Irán. Las ruinas de esta antigua capital persa sobreviven en medio del desierto más de 2.500 años después del inicio de su construcción. Teníamos muy claro que sería una de las paradas dentro de nuestro ‘tour’ por Irán, pero para ello primero teníamos que llegar a Shiraz y asentarnos en la ciudad.
El comienzo fue de lo más extraño. La agencia de turismo ‘Easy Go Iran’ invitó a Alicia y a un acompañante (que vengo a ser yo) a una noche en un hotel de lujo en Shiraz. Algo que detallamos un poco mejor en este otro post: 48 horas a todo lujo en Irán. Nuestra primera toma de contacto fue el ‘skyline’ de la ciudad durante el atardecer desde un noveno piso. ¿Qué más se puede pedir?
El contraste fue brutal cuando de allí pasamos al Taha Hostel, un albergue muy céntrico, perdido entre callejuelas, que nos salió a 12 euros por persona la noche (en habitación privada con baño). Para ser sinceros, en este lugar nos sentíamos muchos más en nuestro ambiente y nos permitió movernos un día libremente por la ciudad. Shiraz tiene muchas cosas que ver y disfrutar de algo de tiempo para salir a pintar y a hacer fotografías nos sentó bien.
Un descanso antes de quedar con Ehsan y Zeinab, quienes se ofrecieron a través de la plataforma Couchsurfing a alojarnos gratis en su casa. No fue nuestra primera experiencia con esta aplicación, pero sí la que más nos ha marcado. Conectamos con ellos desde un primer momento, pese a que solo ella hablaba un poco de inglés. Una pareja risueña y atenta. Para nosotros Shiraz son los ratos que pasamos con ellos… ¡y uno de esos ratos fue en Persépolis!
PRECIOS PARA IR A PERSÉPOLIS
Ehsan llamó al trabajo para pedirse un día libre justo después de que le contásemos que queríamos aprovechar la siguiente mañana para ir hasta Persépolis (a unos 70 kilómetros de Shiraz). El hostel nos ofrecía el viaje a Persépolis por 20 euros persona, nosotros habíamos encontrado otro conductor iraní que nos llevaba por 17 euros a ambos, pero Ehsan ni se paró a hablar de dinero. Quería ir con nosotros y después presentarnos a su familia en un pueblo cercano, Arsenjan.
Y os preguntaréis: ‘¿Cuándo viene la parte en la que os convertís en iraníes?’. Pues justo ahora. Nuestros anfitriones no estaban de acuerdo en que los extranjeros tuviésemos que pagar diez veces más que ellos por las atracciones turísticas (un precio estándar de 5 euros, que para ellos se queda en 50 céntimos). Os aseguramos que habríamos pagado encantados ese dinero por entrar a este antiguo complejo palaciego, pero Ehsan y Zeinab tenían un plan mejor.
Él se encargó de pagar con tarjeta las entradas para cuatro iraníes y nosotros nos teníamos que limitar a escuchar a Zeinab hablar en farsi y decir: “Aré, aré…” (‘sí, sí’), que es su coletilla para mostrar que están de acuerdo con algo. El caso es que funcionó y un día increíble, uno de los mejores que hemos pasado en Irán, nos salió gratis.
UN BAÑO DE HISTORIA
El camino que lleva del parking hasta el complejo nos advierte del calor que vamos a pasar, pese a que ni siquiera son las 8.30 de la mañana. Es lo que tiene viajar a Irán en temporada baja (durante el mes de junio). Pero el sofoco no nos impidió darnos un buen baño de historia. Estábamos en el lugar donde pasaban las primaveras Dario I el Grande o su hijo Jerjes I (sí, el tío embadurnado en aceite de la peli de ‘300’, que gobernaba un enorme territorio desde la India hasta Etiopía).
Para acceder a la antigua Persépolis hay que subir unas escaleras que llevan a la Puerta de las Naciones, uno de los puntos más identificativos, con las figuras perfectamente esculpidas sobre unas enormes columnas que han sobrevivido milagrosamente a las inclemencias del tiempo y a los saqueadores. Este tipo de lugares suelen exigir de mucha imaginación para disfrutarlos al completo, pero los ruinas de Persépolis impresionan desde el primer vistazo.
También recomendaríamos subir a lo alto de la colina, donde se encuentra una de las tumbas esculpidas en la montaña (como en Petra, Jordania) para darse cuenta de la amplitud del sitio y deleitarse con el estado de conservación del Palacio de Apadana, donde mantenían sus audiencias los reyes persas. Los relieves de muchas paredes mantienen un detalle increíble y nos ayudan a sumergirnos en su historia.
Irán es un país olvidado como destino turístico, sobre todo el último medio siglo, desde la caída de los Sha y su deriva hacia el fundamentalismo religioso. Sin embargo, guarda tesoros como Persépolis que todo el mundo debería visitar.
Fantastico lugar, nunca estaba alli pero tengo esto es mi lista de destinos jaja