Comida en Singapur: el restaurante estrella Michelín más barato del mundo
Singapur es un país famoso por su comida callejera. Allá donde vayas hay puestos con cocineros veteranos que llevan décadas elaborando su plato estrella y clientes fieles en busca de ese sabor inconfundible. Una historia en bucle de la que solo salen si tienen un golpe de suerte que les lance al estrellato (de las estrellas Michelín). Ese fue el caso del restaurante Liao Fan Hawker Chan.
Este pequeño local se convirtió de la noche a la mañana en el restaurante con estrella Michelín más barato del mundo, lo que llevó a su dueño a ampliar su negocio y a ver cómo llegaba gente de todo el mundo a probar sus platos.
Sus especialidades son el ‘Soy Sauce Chicken’ (a 3,80 dólares de Singapur, unos 2,4 euros) y el ‘Char Chiew’, de cerdo (4,80 dólares de Singapur, unos 3 euros).
El reciente e inesperado éxito ha llevado al dueño a adaptar el negocio a la gran demanda y ahora el viejo puesto de mercadillo se ha convertido en un algo más parecido a un Mc Donald´s, con pantallas enormes con los productos en lo alto del mostrador y máquinas en las que hacer los pedidos y pagar con tarjeta de crédito.
Una lista de espera con decenas de números por delante para recoger la comida y un estante con todas las salsas y cubiertos para servirse uno mismo. De los orígenes del Liao Fan Hawker Chan queda el precio (baratísimo incluso para Singapur) y la receta, que sin ser nada único en el mundo está muy sabroso. Repetiríamos sin dudarlo.
CENA BARATA CON VISTAS A MARINA BAY
Los restaurantes con vistas al famoso hotel Marina Bay son unos de los más caros y codiciados de Singapur. Sin embargo, hay una alternativa económica en el ‘hawker’ (un recinto con diferentes puestos y mesas al aire libre) Makansutra Gluttons Bay, donde por 3,5 euros puedes comer un plato enorme de noodles con carne de lo más rico.
En este mismo sitio comimos una tortilla de ostras por 10 dólares de Singapur (menos de 6,5 euros), mientras que los refrescos salen a 2,5 dólares de Singapur (1,6 euros). Lo descubrimos gracias a Chong, un chico de Singapur a quien conocimos unos meses antes en nuestro paso por Irán. Buena comida y buena compañía.
Las sillas son de plástico y a veces hay que esperar para coger una mesa, pero merece mucho la pena. Es un lujo poder disfrutar de esas vistas, acabando el día con las estrellas artificiales de los rascacielos de Singapur de fondo. Muy cerca de este lugar se encuentra un pequeño auditorio al aire libre en el que suele haber conciertos gratuitos los fines de semana.
Sobre el autor
Home Sapiens Alicia y Sergio. Diseñadora gráfica y periodista. Dos amantes de los viajes que han dejado todo durante un año para recorrer el mundo y contar sus aventuras en este blog.
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