Los volcanes de Java: ruta por el monte Bromo e Ijen
Indonesia es tierra de volcanes. Un punto caliente de temblores y erupciones en pleno Cinturón de Fuego del Pacífico. En la isla de Java se encuentran algunos de los más activos, como el Kelut y Merapi, que entró en acción este mismo año, y también los más turísticos: el monte Bromo (2.329 metros) y el Ijen (2.799 metros).
Teníamos muchas ganas de ir a estos dos sitios y nuestra idea era hacerlo por libre. No habíamos leído demasiado sobre Indonesia y nos dejábamos orientar por los viajeros con los que nos íbamos cruzando. La experiencia fue muy buena y aprovechamos para compartirla por aquí para quienes quieran viajar a la zona sin contratar ningún tour organizado.
Se trata de dos ‘trekkings’ exigentes (principalmente Ijen) y que se suelen hacer sin mucho tiempo de descanso entre uno y otro, intentando aprovechar al máximo el tiempo de vacaciones, lo que hace que sea especialmente duro. Por nuestra experiencia merece mucho la pena, pero juzgad vosotros mismos.
LLEGADA AL MONTE BROMO Y VISITA GRATUITA
¿Cómo llegar al monte Bromo desde Yogyakarta? Primero hay que coger un tren de Yogyakarta a Probolinggo, que cuesta 235.000 rupias (14 euros) y desde la misma estación de tren una furgoneta a Cemoro Lawang por 60.000 rupias por persona. Lo normal es que haya algún local recogiendo a gente para llenar su vehículo y hacer el trayecto.
Muchos prefieren ir desde Yogyakarta con un tour cerrado para Bromo e Ijen. Eso les garantizará la recogida ‘personalizada’ y una mejor organización, pero acabarán viajando en los mismas furgonetas que el resto de gente y pagando bastante más dinero por ello. Sin sobresaltos, eso sí… Una vez en Cemoro Lawang (en los límites del Parque Nacional Bromo Tengger Semeru) toca descansar del viaje y madrugar para la caminata que nos llevará hasta un precioso amanecer con vistas al Bromo.
Hay que contar con al menos una hora de ruta desde el pueblo hasta el ‘mirador nº2’, desde el que hay unas espectaculares vistas del monte Bromo y del Semeru al fondo. Se puede seguir subiendo hasta el conocido como ‘King Kong Viewpoint’, pero creemos que no merece la pena el esfuerzo ya que la panorámica es similar y con mucha menos gente alrededor. Una vez allí toca sentarse y disfrutar de este espectáculo de la naturaleza.
Cuando se disipa la niebla y el sol se asoma por completo toca iniciar el descenso, desviándonos en un momento dado por un camino de pastoreo que lleva hasta la base de los volcanes. Ese recorrido que hicimos prácticamente solos fue muy especial. No podíamos parar de sacar fotos… ¡parecíamos dos hobbits llevando el anillo al Monte del Destino! Así llegamos hasta el Bromo y esa empinada escalera llena de turistas que nos llevaría hasta su cráter.
Se supone que hay que pagar un ticket para acceder al parque nacional (de 220.000 rupias entre semana y 300.000 los fines de semana, entre 13 y 18 euros), pero por lo que vimos y la experiencia del resto de viajeros solo se cobra a quienes van con un tour organizado.
APALIZADOS EN EL IJEN
¿Cómo llegar al volcán Ijen? El lugar de partida para acceder al volcán Ijen es la localidad de Banyuwanyi (a la que llegamos en tren desde Porbolinggo por 94.000 rupias). Desde allí no queda más remedio que alquilar una moto para afrontar el empinado ascenso hasta el acceso al volcán, algo que nos pareció bastante peligroso, o contratar un tour que incluye el coche con conductor, la entrada, la máscara que hay que ponerse para descender al cráter y el guía (aunque esto último nos pareció totalmente prescindible). También se puede intentar contratar solo el conductor, pero es algo que os tocará negociar en Banyuwayi. Nosotros pagamos 350.000 rupias/persona por todo.
Los tours se organizan de la siguiente manera: se sale a la 1.00 de la madrugada desde el alojamiento en el pueblo en dirección al acceso al Ijen (se tarda algo más de una hora) y después empieza un ‘trekking’ bastante exigente a oscuras hasta la cima, desde donde se vuelve a descender –linterna mediante- hasta el cráter para ver las famosas ‘llamas azules’ fluorescentes, que desde nuestro punto de vista están sobrevaloradas.
Sin embargo, lo que es espectacular son las columnas de humo amarillo del azufre que surgen junto al lago de color azul turquesa situado sobre el cráter. Una imagen que no se disfruta de verdad hasta que sale el sol y se vuelve a subir a la cima, por eso pensamos que lo mejor es contratar un coche y llegar al recinto en torno a las 5 o 6 de la mañana en lugar de a medianoche.
A esta zona se accede con la máscara puesta porque el olor a huevo podrido que producen los gases tóxicos es insoportable. Nos vamos cruzando por el camino con los trabajadores de la mina de azufre, que cargan con enormes piedras entre los grupos de turistas.
Por desgracia, ellos también se han convertido en parte del espectáculo. Ijen es un paraíso para el turista y un infierno para estos trabajadores, que entre porte y porte tratan de cobrar a los turistas por las fotos que les hacen o venderles unas piedras amarillas de recuerdo. Salimos de allí con un sabor un poco agridulce, sabiendo que hemos visto las dos caras de una maravilla natural como es Ijen.
Sobre el autor
Home Sapiens Alicia y Sergio. Diseñadora gráfica y periodista. Dos amantes de los viajes que han dejado todo durante un año para recorrer el mundo y contar sus aventuras en este blog.
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