Published on agosto 19th, 2019 | by Home Sapiens
1Llegada a Jordania: un respiro en Amán y una escapada a Jerash
Tras dos meses de frenesí indio, Amán nos pareció un lugar tranquilo. Seguramente no sea así, pero esa fue nuestra sensación al respirar de nuevo el aire mediterráneo y sentarnos tranquilamente en una terraza para comer un buen plato de humus. Disfrutamos de una maravillosa temperatura primaveral, con el cielo despejado y una sueva brisa por la noche. Estábamos ya en mayo y el viaje estaba llegando a su fin.
Jordania es un oasis de paz en medio de una zona convulsa. Esto, unido a lo fácil que resulta moverse por sus carreteras en coche y a lugares turísticos como Petra o el desierto de Wadi Rum, ha convertido al país en un destino muy apetecible para los turistas europeos. Teníamos algo más de una semana por delante para esta primera toma de contacto con Jordania y empezamos recorriendo Amán y la ciudad de Jerash, a unos 50 kilómetros al norte de la capital.
Nos alojamos en el Nobel Hotel, pagando 15 euros por la habitación doble con baño (a lo que hay que sumar 3 euros de tasas). El sitio era muy básico, pero estaba muy bien ubicado, cerca de buenos restaurantes y de las principales atracciones turísticas de Amán. Desde allí llegábamos andando hasta el teatro romano y a la Ciudadela.
El teatro romano está en pleno centro de la ciudad, en un estado de conservación perfecto. Se encuentra enclavado entre las laderas de las montañas, como si estas continuasen hasta el infinito sus gradas de piedra. Al lado del teatro hay una plaza enorme donde los niños juegan al fútbol o montan en bici, en una hermosa mezcla del pasado y el futuro de la ciudad. Nos encantó disfrutar de esta escena desde lo alto, tomando distancia, en uno de los miradores camino de la Ciudadela.
Precisamente la Ciudadela es la parte más espectacular de Amán, a la que se llega andando cuesta arriba unos 15 minutos. Un recinto cerrado al que van llegando grupos de turistas durante la mañana (la entrada cuesta 3 dinares jordanos, unos 4 euros). El parque está muy bien cuidado, con diferentes tipos de árboles e increíbles ruinas que llevan coronando Amán durante siglos. Desde allí se pueden disfrutar de las vistas más espectaculares de la ciudad, que se extiende hasta donde alcanza la vista.
DÓNDE COMER EN AMÁN
No hay nada para empezar bien el día que un desayuno con los dulces típicos jordanos en la pastelería Habibah. Son una auténtica delicia, especialmente el Knafeh, una especie de tarta de queso con cabello de ángel por encima, pistachos y un chorrito de almíbar. Una ‘bomba’ de lo más apetecible. Este negocio tiene dos ubicaciones: la tienda principal (en Al Azhar Street) y un pequeño puesto -muy cerca- donde venden porciones de este manjar a 0,70 dinares (un euro).
A la hora de comer tenemos que recomendaros Hashem, un restaurante con una terraza enorme en la calle donde sirven el mejor humus y falafel de la ciudad. Está muy cerca del teatro romano y según llegas te sientan en el hueco que quede libre de sus mesas alargadas (no es raro que acabes compartiendo mesa con locales o con otros turistas). Las raciones son enormes, todo está riquísimo y es muy barato: entre los dos nunca pagamos más de 5 euros, bebida incluida.
Por último, cenamos en Jerusalem Restaurant, con platos enormes y una gran variedad de carnes. Pedimos un plato de pollo con arroz para compartir y algunos entrantes y salió todo por unos 6 dinares. Los camareros son un poco bordes, pero mereció la pena. Por esta misma zona se encuentran también varios locales de comida rápida por si lo que te apetece es una hamburguesa o un kebab.
EXCURSIÓN A JERASH DESDE AMÁN
Para llegar a Jerash desde Amán (en el caso de que no hayas alquilado un coche para moverte por el país, que es la opción más recomendable) hay que ir hasta la estación norte de autobuses de la capital y coger allí el primero que salga. Tened cuidado porque hay mucho taxista que intentará timaros, diciendo que no va ningún bus local a Jerash, para que hagáis el trayecto con ellos. El billete de autobús cuesta 1,2 dinares.
En poco más de media hora el autobús te deja a pocos metros de la puerta de acceso a las ruinas romanas de Jerash, unas de las mejores conservadas del mundo. El lugar es espectacular, en medio de la localidad, integrada en el entorno como si fuese la plaza del pueblo. La entrada al recinto para los turistas cuesta 10 dinares (unos 12 euros).
La visita es muy recomendable, pero la nuestra se vio empañada por el asfixiante calor que hacía ese día (unos 40 grados). Allí no hay muchas sombras donde protegerse del sol, por lo que tuvimos que hacer todo el recorrido empapados en sudor. La visita se hace en un par de horas, por lo que esa misma tarde puedes estar de vuelta sin problema en Amán.
En la capital hay muchas más cosas que ver si dispones de tiempo: la calle Rainbow, una de las más animadas de la ciudad, donde ir a comer o a fumar cachimba; la mezquita del Rey Abdalá I, con su llamativa cúpula de color azul; o el monte Nebo, con sus referencias bíblicas. La verdad es que salimos encantados con este primer contacto con Jordania… ¡y todavía nos quedaba lo mejor!
¡Genial! Si todo esto de la pandemia remite, el año que viene voy a Jordania con un amigo que no para de decirme que tenemos que ir. Esta entrada me sirve como puerta de entrada a este interesante país. ¡Un saludo!