Published on mayo 16th, 2013 | by Home Sapiens
1Vida emancipada = Algún kilito de más
Cuando te lo dice una persona le tomas por loco, cuando son dos piensas que están confabulando contra ti, pero cuando son más de tres empiezas a plantearte que quizás tienen razón… Hemos cogido algún kilito. Eso es compatible con el hecho de que sigamos estando estupendos, pero hay que reconocer que la vida del emancipado pasa factura. Al menos durante el primer año.
De la dieta equilibrada marcada por los padres pasas a los desayunos a la carrera y las cenas ‘fast-food’. La pereza te gana la partida por la noche y si encima tienes que prepararte el tupper para comer al día siguiente estás condenado. Nosotros este último punto lo tenemos, por el momento, cubierto, algo que ayuda a que las consecuencias nutricionales del proceso de emancipación no sean exageradas en nuestro caso.
Por si fuera poco, ahora esquivas alguno de esos platos que tanto odiabas, por muy sanos que fuesen o, en el mejor de los casos, los adaptas a tu gusto. Nosotros somos expertos en revueltos con verduras que, al final, sólo saben a queso… Nos convencemos de que es una cena sana, pero ya nos vamos dando cuenta de que estábamos equivocados.
La vida del joven independizado es complicada, incluso cuando tiene ayudas, pero poco a poco vamos cogiendo las riendas de la sartén para que la báscula no nos pegue otro susto.
AMÉEEEEEEEEEEEEEEEEEEN!!!!!!!!