El coleccionista de cajas
Las normas suelen ser claras: “Para devolver un producto éste debe encontrarse en las mismas condiciones que cuando se adquirió en la tienda”. Y así, mientras comprábamos una tele, el microondas, la plancha del pelo, un ordenador… nos hemos ido convirtiendo, sin darnos ni cuenta, en coleccionistas de cajas.
Se supone que los envoltorios deben guardarse al menos el primer mes, es decir, el tiempo necesario para tener una mínima garantía de que el producto no va a fallar. Sin embargo, al final siempre te acabas despistando, olvidas dónde lo pusiste, y lo mismo las cajas se quedan de herencia para los hijos. ¿A vosotros también os pasa lo mismo?
Después está también la típica situación en la que bajas al trastero para hacer limpieza y empiezas a enfrentarte cara a cara con cada una de las cajas. Una batalla que tienes perdida de antemano (y lo sabes). “No la voy a tirar todavía, por si acaso…” sueles repetirte una y otra vez, hasta que las cajas acaban convirtiéndose en auténticas reliquias.
Esta norma general sólo se incumple una vez al año: el día de los Reyes Magos. El 6 de enero vale todo y los contenedores de cartón no dan abasto. Quizás sea ese un buen momento para pasarse por el trastero de casa y empezar a hacer limpia. Como se suele decir en estos casos: “una vez al año no hace daño”.