Descubriendo el pan congelado
El humorista Sergio Fernández Meléndez, que la mayoría de vosotros conoceréis como ‘El Monaguillo’, tiene dos expresiones que identificamos mucho con el mundo emancipado: “Estás para entrar a vivir”, que se ha convertido en su piropo más repetido, y la comparación a la que recurre con frecuencia cuando quiere referirse a algo que le gusta de verdad: “es como tener el pan congelado”. ¡Ay! qué invento eso de congelar el pan…
Cuando nos emancipamos ni se nos pasaba por la cabeza que el pan se pudiese congelar (y en el momento en el que lo descubrimos, nos parecía demasiado trabajo…). Llamadnos torpes, pero durante mucho tiempo nos atiborramos de pan de molde y biscotes para acompañar cualquier comida, llegando incluso a mojar las yemas de los huevos con los clásicos ‘colines’ o ‘picos’. Un desastre.
Le tenemos que dar la razón a ‘El Monaguillo’ en eso de que tener pan congelado es un gran avance, al menos para quienes no podemos ir a diario a la panadería. Pero, ¿cómo se debe congelar? Nuestro consejo es hacerlo en rebanadas, para poder descongelarlo con facilidad en la tostadora o en el horno, y siempre dentro de bolsitas de plástico, evitando así que se impregne de otros olores y sabores (además de para evitar que se llene todo de migas).
El problema que tenemos, y seguro que no somos los únicos, es que se nos queda el congelador lleno de los llamados popularmente ‘culos’ de pan (curruscos, picos, puntas…). Ahí se pueden tirar meses y meses ocupando espacio hasta que nos ponemos a hacer limpia. Recordad que pasadas las cuatro semanas va perdiendo sus cualidades y que a los 100 días deberíamos tirarlo.
Dicho esto, sabed todos los lectores del blog que veros por aquí a diario es “como tener pan congelado”, que diría ‘El Monaguillo’. Esperamos comentarios narrando cómo es vuestra experiencia con los diferentes tipos de pan y los truquillos que conozcáis.
Gracias por el post y los consejos que dais para mantener el pan congelado