El baño como segunda cocina
Sí… tú también has usado alguna vez el baño como segunda cocina. No tiene nada que ver con que hagas una comida de mierda (perdón por lo escatológico). Es mucho más habitual de lo que parece y la mayoría os vais a sentir identificados con estas situaciones que hemos vivido durante nuestros años como emancipados.
¿Quién no ha tenido que escurrir la pasta alguna vez en el lavamanos del baño porque el fregadero estaba hasta los topes de cacharros sucios? Por no hablar de ese rollo de papel higiénico que acaba encima de la mesa del comedor cuando se acaban las servilletas. La sensación de limpiarse las manos con él no es la más agradable, pero debemos reconocer que nos saca de un apuro.
También solemos recurrir al váter para tirar algunos restos de comida que no pueden echarse al fregadero (porque podría atascarse) ni tampoco pueden ir al cubo de la basura (porque dejan la bolsa chorreando). Si alguna vez lo has utilizado para tirar comida porque no te gustaba nunca lo confieses en público. Nosotros no pensamos hacerlo.
Otro uso habitual del baño como ‘segunda cocina’ puede ser el de descongelar la comida. Que sí, que ya sabemos que lo normal es poner a descongelar (el pollo, por ejemplo) sobre un plato u otro recipiente, pero en una situación de extrema necesidad podríamos llegar a utilizar el plato de la ducha para este cometido. ¿O no?
Por último, vamos a hablar de las fiestas en pisos de estudiantes. En estos casos, el baño y, en concreto, el lavamanos, puede ser el sitio ideal para dejar una bolsa con hielos para los cubatas. También habréis oído hablar de las sangrías mezcladas en las bañeras… esperemos que nunca hayáis tenido que beber de ahí. ¡Qué asco! Ese es, sin duda, el peor de todos estos usos del baño que os hemos resumido en el blog. ¿Conocéis vosotros alguno más? (sin hacer bromas sobre churros, que nos conocemos).
Mejor el baño como segunda cocina que la cocina como segundo baño. No por nada, sino porque luego la pila huele raro o fregamos los platos con espuma de afeitar.