Published on agosto 4th, 2018 | by Home Sapiens
0Descubriendo Yogyakarta, los templos de Prambanan y Borobudur
Nos despedimos de las playas de Filipinas y aterrizamos en el aeropuerto de Yakarta listos para descubrir la belleza histórica y natural de Java. Teníamos previsto descansar un par de días en la capital y coger un tren nocturno que nos llevara a Yogyakarta, el verdadero epicentro turístico de la isla (con Prambanan y Borobudur). Pero tuvimos el primer contratiempo al ver que todos los trenes estaban llenos para los siguientes cuatro días.
Tocó volar de nuevo y por 40 euros la compañía Batik Air nos llevó en una hora de Yakarta a Yogyakarta. Esta ciudad nos sorprendió por completo. Llegamos para usarla como centro de operaciones para visitar Prambanan y Borobudur, pero nos acabó conquistando por su activa vida cultural, sus barrios llenos de arte urbano, el casco histórico con sus estrechas callejuelas y comercios alternativos.
Su gente es encantadora, y aunque es un poco grande para recorrerla andando, se puede ir a cualquier sitio por un par de euros usando GRAB o por unos céntimos si la ruta la cubre alguno de los autobuses urbanos de la cómoda red ‘Transjogja’. La calle Molioboro es su arteria principal y una buena zona de referencia para buscar alojamiento o planificar tus excursiones por la isla. Llegamos a Yogyakarta para pasar tres días y nos acabamos quedando seis.
PRAMBANAN
¿Cómo llegar al recinto de Prambanan? No puede ser más sencillo: basta con coger el bus 1A desde la calle Malioboro (por 3.500 rupias, unos céntimos). Se tarda unos 40 minutos hasta una parada cercana al recinto de Prambanan, que tardaremos unos 15 o 20 minutos en bordear andando hasta la puerta de acceso.
El paso por Prambanan fue como volver por un momento a nuestro amado Angkor Wat. El gran complejo de estupas se muestran imponentes desde la distancia y sorprende por sus exquisitos detalles cuando nos ponemos a sus pies y avanzamos por sus escaleras de piedra. Pasamos allí toda la mañana, nos hicimos fotos con niños de colegios de toda Indonesia y comimos en un buffet libre dentro del propio complejo por 50.000 rupias/persona (3 euros).
Del templo principal fuimos después a Candi Sewu, que nos recibió con una impresionante tormenta nada más cruzar su puerta de acceso principal, protegida por dos enormes guerreros de piedra. Recorrer el templo absolutamente solos y quedar atrapados en su interior durante la lluvia fue uno de los momentos más increíbles del día.
BOROBUDUR
¿Cómo llegar a Borobudur? Hay dos opciones para llegar a Borobudur, que está un poco más lejos que Prambanan: la vía rápida es en GRAB por unos 8 euros, mientras que la opción lenta y barata implica coger un bus local (el 2A) por 3.500 rupias hasta las afueras de Yogyakarta y después otro bus público que te lleva hasta el recinto por 15.000 rupias (menos de un euro, regateo mediante). El trayecto de vuelta se puede hacer de la misma manera. Nosotros fuimos por la vía rápida y volvimos en el transporte público.
La llegada a Borobudur en coche desde Yogyakarta nos regala unas impresionantes vistas de los arrozales de la zona. El templo, por su parte, se presenta como una gran mole desde lejos. Las piedras parecen tragarse la luz del sol y el negro sobresale sobre los relieves de color gris. Los pañuelos de colores con los que las mujeres musulmanas se cubren el pelo le dan el lugar el contraste perfecto, moviéndose por los pasillos de los diferentes niveles del templo.
Desde cerca los detalles de las piedras y sus texturas son impresionantes. Y lo mejor está en la cima del templo, con sus famosas ‘chimeneas’ (dentro de las cuales hay una estatua de buda). Estas icónicas formaciones crear el laberinto perfecto, con unas vistas preciosas del frondoso paisaje que rodea Borobudur.
PRECIOS Y RECOMENDACIONES PRÁCTICAS
Los tickets para disfrutar de Prambanan y Borobudur no son baratos (al menos si lo comparamos con el resto de precios que se pagan en el país). Cada ticket sale por 337.500 rupias (202.500 rupias para estudiantes) o el combinado, que cuesta unos 40 dólares (te ahorrar 10 dólares), pero que te obliga a visitar los dos sitios en un plazo de dos días consecutivos.
Nadie debería pasar por Indonesia sin visitar estos dos lugares. Como nos ocurriese en Angkor Wat, las piedras adquieren una simbología única y subir hasta la cima apoyando nuestras manos sobre ellas es una experiencia única.
Ya de vuelta a ‘Jogja’ (como se refieren los locales a su ciudad) hay una buena mezcla de restaurantes y locales de comida callejera. No probamos demasiados, pero éstos nos gustaron mucho: Ba Ageng (el sitio perfecto para probar la comida local al ‘modo occidental’, los platos principales salen a unos 2 o 3 euros); Mouton (un ‘do it yourself’ aplicado a la cocina, con una pequeña parrilla en cada mesa para que prepares el pescado o las brochetas de pollo).
QUÉ MÁS VER EN YOGYAKARTA
Durante los días que pasamos por Yogyakarta visitamos el Water Castle (la entrada cuesta 15.000 rupias para los extranjeros). Muchos de los lugares turísticos de esta ciudad están directamente relacionados con la vida de los sultanes y este caso no iba a ser diferente. Un recinto de enormes fuentes y altos torreones desde donde el sultán observaba a sus esposas. Merece mucho la pena la visita, no solo por esta atracción sino por todo el entorno (lleno de pequeñas callejuelas con encanto alrededor, por las que resulta sencillo perderse).
También nos desplazamos en GRAB (por 15.000 rupias, cerca de un euro) hasta el barrio de Kota Gede, donde se produjo el primer asentamiento que con el tiempo dio lugar a la gran ciudad que es hoy Yogyakarta. Allí se encuentra una imponente mezquita y la tumba de uno de los sultanes. Nos encantaron las enormes puertas de piedra tallada que dan acceso al complejo.
Para acabar, merece la pena pasear por la calle Malioboro, siempre llena de vida, hasta el Palacio del Sultán (Kraton). Un elegante recinto de pabellones que albergan un museo y la residencia actual del sultán, que su construyó mirando hacia el monte Merapi, en el norte de la ciudad. El de Jogja es el único sultanato de la isla de Java que sobrevivió a la llegada de la democracia a Indonesia.